Carolina Elena Lorenzini, nacida el 15 de agosto de 1899, fue aviadora. Decir eso de una mujer en plena década del treinta es mucho, y alcanzaría para considerarla un personaje singular, pero su biografía insiste en subrayar la excepcionalidad de su figura.
En el caso de Lorenzini, la aviación no fue un pasatiempo excéntrico sino una conquista en un terreno netamente habitado por hombres. Pero fue la mejor, y la única que junto a Germanó, su maestro, ostentaba el priviegio de ejecutar en el aire una prueba de acrobacia de alto riesgo: el looping invertido, una suerte de vuelta que desafía las reglas de gravedad.
En 1933, el Aero Club Argentino le entregó a Carola Lorenzini su carnet de Piloto Aviador Civil. Para llegar a obtenerlo, había repartido su tiempo trabajando en la Compañía Unión Telefónica y dirigiendo a las autoridades incesantes pedidos para ingresar al curso de pilotaje. Pudo por fin juntar el dinero suficiente y tomar las clases en un avión Fleet. Está claro que la Lorenzini no era cualquier mujer.
En 1935 logró el record de altura y llegó a 5.700 metros, vale señalar que sin máscara y con un avión con cabina abierta, como eran los de esa época. En 1938 ya estaba gestando el proyecto del raid aeronáutico para unir las 14 provincias. Las anotaciones y trazados que hizo en ese viaje fueron de gran utilidad para los mapas del correo: los aviones no tenían instrumental, y el piloto debía realizar un reconocimiento visual permanente para seguir la ruta aérea.
Tampoco tenían altímetro, y el combustible se verificaba en pleno vuelo, golpeando el tanque y aventurando por el sonido del golpe qué tanto quedaba. Así volaba la mujer que despertaba la pasión del pueblo. Lorenzini visitó todos y cada uno de los pueblos del interior con su Focker Wulf, y su arribo a los campos convocaba a miles de personas. Tanto es así que aterrizaba muy lejos del lugar pautado para la visita, de modo que la hélice del avión no lastimara a nadie de los que se lanzaban a saludarla.
El trayecto hasta la multitud lo hacía a caballo; porque como corresponde al personaje Lorenzini, además, era una excelente amazona, domadora de caballos y atleta en variadas disciplinas. En 1939 la revista Vosotras la destacó como una de las ocho mujeres del año. Y en 1940, cuando consumó el raid de las catorce provincias, se ganó nada menos que la tapa de la revista El Gráfico.
Se mató el 23 de noviembre de 1941, haciendo una exhibición en la base de Morón. La visita de un grupo de aviadoras uruguayas fue el pretexto para que la invitaran a realizar su famoso looping invertido. Pero la relación de Lorenzini con las autoridades del evento era pésima: hacía un año que estaba suspendida, y los motivos parecen ser una pelea que tuvo con la Fuerza Aérea por la falta de provisión de nafta para sus vuelos.
En medio de esa tensión, muy enojada, Lorenzini se lanzó a la acrobacia con un avión que no era el suyo y sin tomar las medidas de seguridad necesarias. Un error de cálculo y su cuerpo fue a incrustarse en el suelo, cavando la fosa en la que yacerían sus restos. Su entierro fue multitudinario.
El Aeródromo de Morón es rico en historia y anécdotas, algunas muy poco conocidas y otras, sencillamente olvidadas, como en el caso de Carola. Felicitaciones al Personal del C.I.A.T.A. por la iniciativa de erigir éste monolito que recuerda el lugar en dónde cayera ésta ilustre aviadora argentina.
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